Por qué la Cataluña-estado no quedará fuera de la UE ni del euro [versió castellana]

Fent números
A menudo, en un divorcio, las dos partes del matrimonio salen económicamente mal paradas. Por lo que respecta a España, Cataluña y la UE, puede pasar lo mismo si se producen bloqueos o expulsiones.

Desconozco completamente la filigrana de los tratados de la Unión Europea o del derecho comunitario. Ni soy jurista ni tengo la perspectiva suficiente sobre el tema para juzgar si toda la cascada mediática de los últimos días sobre la expulsión del hipotético estado catalán de la Unión se justifica verdaderamente en la normativa europea. Las ansias con que se ha publicado todo, además del desespero con el que la diplomacia española se ha movido entre Bruselas y Estrasburgo para hacer salir ante los micrófonos a quien hiciera falta, me hace pensar mal de todo lo que se está diciendo. Por ello, he intentado ordenar algunos datos objetivos que, puestos negro sobre blanco, me llevan a pensar que, tal vez sí, por ley Cataluña debería quedar fuera de la Unión si se segrega de un estado miembro. Sin embargo, su singular posición dentro de España y en relación a las más potentes economías de la zona euro forzarían la tolerancia o conllevancia de una Cataluña comunitaria por el artículo veintisiete… o sea: saltándose toda posibilidad de veto o expulsión por norma. Incluso con el apoyo entusiasta de España. Veamos:

  • Con un Producto Interior Bruto (PIB) de 198.633 millones de euros (datos del Instituto Nacional de Estadística), Cataluña no sólo es la primera autonomía en contribución al conjunto de la riqueza española , sino que supone, además, el 19 % del PIB español. Probablemente España pasaría de ser la cuarta economía de la zona euro, hasta ahora por detrás de Alemania, Francia e Italia, a ser la quinta, superada por los Países Bajos, un estado de 17 millones de habitantes (España tendría entonces unos 38). España afrontaría con muy pocas garantías su posición frente a los acreedores internacionales.
  • El ritmo de destrucción de riqueza de la nueva economía española (incapaz de conectar su mercado con el de una Cataluña aislada por los aranceles y la expulsión de la moneda única, como hoy vaticinaban interesadamente en El País) se agravaría por la pérdida del 25% de su PIB industrial, que es lo que le permite mantener un mercado exterior y el ritmo exportador. Este 25%, valorado por el Ministerio de Economía, se corresponde con la contribución de Cataluña al sector secundario. La economía catalana sufriría gravemente su salida del espacio económico europeo. Pero España, más aún.
  • Con una Cataluña escindida de España, la hacienda pública española sufriría un descalabro considerable. Concretamente, y con respecto a la recaudación del Impuesto sobre la Renta de Personas Físicas (IRPF), el Ministerio de Hacienda dejaría de recaudar 7.661,1 millones de euros (el 50% que permanece en manos del Estado tras la cesión del otro 50% a las autonomías). Esto quiere decir que el gobierno español tendría pérdidas de un 22% de la recaudación del IRPF por la separación de Cataluña (datos de 2010 que pueden verse aquí).
  • Retomando la anteriormente mencionada desconexión entre el mercado nacional español y el mercado nacional catalán, la situación sería bastante complicada para las exportaciones españolas: Cataluña y sus exportaciones suponen hoy el 26% de todas las ventas de España en el exterior (nuevamente datos de 2010 que pueden verse también aquí). Ya damos por hecho que las dificultades también existirían para una Cataluña fuera del mercado común y arancelaria, con un decrecimiento de su volumen exportador, pero las pérdidas para el conjunto de las exportaciones españolas (más de 49.000 millones de euros si los datos fueran de ahora) dejarían a la economía española y su permanencia dentro del euro tocada de muerte.
  • Un último apunte. Los intereses de las multinacionales. Empezando por las españolas. Un ejemplo: Inditex está invirtiendo cerca de 200 millones de euros en un macrocentro distribuidor en Tordera. Cuesta creer que el gobierno español contribuya a perjudicar los intereses de las élites empresariales de su país, que han invertido o invierten en Cataluña. ¿Y cómo recibirían los propietarios de Bayer, Henkel o SEAT-Volkswagen en Alemania, o Alstom o Danone en Francia, la noticia de que sus macroplantas productoras en Cataluña quedan aisladas del mercado común europeo? Resulta difícil imaginar a sus líderes políticos, Hollande o Merkel, defendiendo la exclusión de Cataluña.

Sí, señoras y señores: Cataluña fuera de la UE y del euro sufriría. Pero la debacle no sería nada comparada con lo que se hundiría la economía española y sus ya de por sí depauperadas y endeudadas finanzas públicas. El fantasma del rescate pasaría, precisamente, de fantasma a realidad corpórea. Por todo ello hemos de poner en radical duda las tesis de una Cataluña fuera de la UE y del euro: la ejecución de estas decisiones sólo llevarían el sistema público español al colapso y al incumplimiento de sus compromisos con sus acreedores, empezando por el Banco Central Europeo. «Una Cataluña independiente», ha escrito un opinador español nada sospechoso de catalanista, «destrozaría el PIB español» (El País , 13 de enero de 2013).

O sea: uno, que la diplomacia española ya está actuando con inteligencia para utilizar cualquier herramienta y arma argumental legalista para asustar un soberanismo catalán con opciones reales de ganar la independencia. Dos, que la propia Comisión Europea está asustadísima ante un panorama que implicaría el no retorno, entre otras cosas, de los 100.000 millones de euros con que se han rescatado las cajas españolas y, quién sabe, si con un bloqueo mortal del euro. Tres, que por todos los argumentos estadísticos expuestos anteriormente la independencia de Cataluña, de producirse, supondrá el reingreso automático –o lo más transitoriamente inmediato que jurídicamente se pueda– de los ciudadanos catalanes (que ya son beneficiarios de la ciudadanía europea) y de su economía en el seno de la Unión. Con el apoyo interesado de las autoridades españolas, por cierto, que tienen tanto que perder con la independencia catalana como su misma continuidad en el euro. Por todo ello la Cataluña-estado no quedará, en ningún caso, fuera de la UE ni del euro.

Diego Sola

Llegiu la versió catalana aquí

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